domingo, 5 de agosto de 2012

Una muerte misteriosa- Por Florencia Gustini


Cada vez que recuerdo ese día, un frío misterioso recorre mi cuerpo y corta mi respiración.
Cuando sonó el teléfono yo estaba a punto de meterme en la cama. Cuando mi padre respondió supe por la voz, grave y taciturna que algo grave ocurría.
Mi mamá hacía una semana que no estaba en casa. Había tenido que viajar 120 kilómetros para atender a mi abuelo que estaba enfermo y como ya estaba mejor, la esperábamos en casa al día siguiente.
La llamada era de mi abuelo. Mi mamá se había caído y se había fracturado la pierna. Mi papá decidió que iríamos inmediatamente para allá. Yo iría con él, ya que no pensaba dejarme solo en casa y mañana faltaría al colegio. Pero era una emergencia y estaría más que justificada mi ausencia.
Después de todo, 120 kilómetros no son tantos y en dos horas, a más tardar estaríamos por allá.
Mi abuelo se negaba a que hiciéramos el camino de noche. No sé que superstición lo acobardaba. Pero la gente de campo tiene esas cosas. Como mi papá insistió. El abuelo le advirtió que no parara en ningún momento cerca de los tilos. Por más que le hicieran señas mujeres o niños. Pero mi papa no hizo caso y enseguida corto.
Así fue como metimos algunas cosas en el bolso y luego de parar en una estación de servicio para cargar nafta continuamos nuestro camino.
Tomamos la autopista. Era tarde y había muy poco tráfico. Luego salimos y tomamos una ruta rodeada de campos. Casi se podía ver todo ya que la luna iluminaba con un reflejo brillante a los grupos de árboles y animales.
Luego de un largo trecho tomamos un camino de tierra. No había ninguna casa por allí, y ningún auto. Todo era campo y oscuridad. Éramos los únicos. La niebla comenzó a descender rápidamente envolviendo al auto.
Mientras avanzábamos, vimos claramente como una mujer con dos niños de la mano estaban parados en medio del camino. Mi padre que iba  bastante rapido reacciono lo antes posible pero el suelo estaba muy resbaladizo y chocamos contra un árbol. El auto se incendio enseguida. Hasta ahí es lo que me acuerdo, luego quede inconciente. Después de nose cuanto tiempo desperté de el golpe tan fuerte. Me encontraba a dos metros del auto más o menos. Todavía era madrugada y estaba oscuro. No había nadie que nos pudiera ayudar, la mujer con los dos niños habían desaparecido. Me dolía todo, no sentía mis brazos ni mis piernas, no me podía mover. Mi padre estaba muerto y alrededor de el una mancha de sangre. No sabia que hacer. En ese momento sentí un alivio en el cuerpo, de a poco se me iban pasando los dolores. La niebla caía sobre mí mientras amanecía. Entonces decidí dormir un rato en el suelo donde me encontraba. Cerré los ojos y empecé a ver la oscuridad que me iba llevando a un camino sin fin. Ahora nose si soy más que un fantasma hablando de su propia muerte, la verdad que no lo se.

No hay comentarios:

Publicar un comentario